sábado, 23 de enero de 2021

DIEPERINA

 

Quiero contarles una buena historia

la de un negrito que nos dio la gloria

siendo un crack de futbol,

jugando para la Argentina.

Típicamante mente villerito

salió del barrio de Villa Fiorito

subterráneo lugar, donde no siempre se comía.

Dribleando eludía sus rivales mas brillantes,

sin nadie que lo pare, con tranco impresionante

Te amamos, te odiamos, danos más

Jugando al fútbol llegó a ser muy hombre

enfrentó al rico y defendió al pobre

Napolés es de él y San Jenaro un vecino

Su camiseta es nuestra bandera,

él la defiende y no es como cualquiera

él nos suele mostrar que en nuestra guerra él es la trinchera.

Y dentro de su cuento un niño se contenta

su ídolo era el Bocha, jugando en los ochenta

Te amamos, te odiamos, danos más

Recibe patadas mortales

se infiltra y juega finales

lo aplauden cuando es visitante

y da alegría a los locales

su cuerpo tiene pegada, su camiseta sagrada!!!!

 

Te amamos, te odiamos, danos más

Te amamos, te odiamos, danos más

Te amamos, te odiamos, danos más




lunes, 22 de junio de 2020

De punta a punta



Cuando llega esta fecha Facebook me trae algún recuerdo y recuerdo que recuerdo.
Recuerdo tu cara, tu voz, tus manos, tus ojos, tu sonrisa, tu risa y tu carcajada. Recuerdo tu pelo y tu peinado, recuerdo la alergia de tus manos y las manchas hepáticas, recuerdo tu picazón, recuerdo tus mentiras en el truco, tus asados en el club o en casa, con sol o con chapa si llovía, te recuerdo abriendo el juego arrimando el bochín. Te recuerdo impecable, elegante, te recuerdo planchando camisas y lustrando nuestros zapatos los domingos por la noche. Te recuerdo saltando el barro para que no se te manchen los zapatos, te recuerdo corriendo el 624, tomando el primer café del día en Ramos, después corriendo el tren y luego en Flores llamando un tacho. Recuerdo el diario La Razón, te recuerdo viendo crónica, recuerdo las tortas de ricota y los merengues para mama. Te recuerdo trayéndole flores. Recuerdo tus mates en mate de loza, recuerdo tu brocha  y tu afeitadora con hoja, recuerdo hasta el ruido de su pasada por tus mejillas. Te recuerdo saludando al puestero, a la florera y a medio barrio de flores. Te recuerdo encontrándote conocidos en todos lados. Te recuerdo entrando al bar de Avenida del trabajo y Varela por el último café antes de entrar al negocio. Recuerdo Karokas, Boston, Herodes, Bostonsport y Robysport. Te recuerdo buen vendedor, te recuerdo llevando ropa al sastre. Recuerdo las palabras, fuelle, feca, minón, moishe, tacos, milonga, comedero, milicos, pocho, chamuyo, cafiolo, nami, escolazo y espetáculo. Recuerdo el fiambre de los domingos a la noche y recuerdo la ceremonia del queso y dulce de batata con chocolate. Recuerdo el puto faso y como no recordarlo, recuerdo el vermut y te recuerdo quinielero. Recuerdo tu número, el del nicho en Flores, el 395 y todavía lo juego. Te recuerdo acertando para los 15 de Milita y revoleando las prendas que cocía la vieja para pagar la fiesta, te recuerdo festejando que tu nena tuviera su fiesta, te recuerdo brillando y bailando ese día con ella. Recuerdo tu mirada apasionada el día de mi casamiento cuando te sorprendí bailando un tango. Te recuerdo en El Halcón desayunando con Amadeo, te recuerdo haciendo vidriera en Karokas. Recuerdo tambien cuando te entraban a robar por la ventanita del fondo, la de arriba. Te recuerdo comprándome un perro en la otra cuadra del negocio, te recuerdo chamuyando al del circo de la vuelta para que me deje ver mil funciones. Te recuerdo contando cuando en plena dictadura caían los milicos para hacerte cerrar el negocio y comprar en privado. Recuerdo tus picos de tensión y tu boca torcida. Te recuerdo con la cara pintada con corcho quemado cuando en alguna siesta, el flaco te jodía. Te recuerdo atropellando la estufa del pasillo y puteando de madrugada. Te recuerdo en la puerta y en calzones la noche que explotó todo. Te recuerdo destapando la zanja del fondo. Recuerdo tus carteras bajo el brazo. Te recuerdo haciendo esfuerzos para pagar el cole o la temporada de pileta. Te recuerdo acudiendo a tus contactos en la Municipalidad para que yo saque mi primer registro. Te recuerdo confidente de tus penas y cómplice de mis salidas. Te recuerdo amigo de mi amigo y te recuerdo con pasión por los tuyos. Te recuerdo con Hernan y recuerdo tus lágrimas por el Ruso. Recuerdo tus bifes a la portuguesa, tus sopas de arroz y tu puré con queso, manteca y huevo, aún lo hago. Te recuerdo festejando el mundial 78 con locura. Te recuerdo yendo a la cancha conmigo. Te recuerdo despidiendo a tu vieja. Te recuerdo midiéndome los lompa para que la vieja me haga el dobladillo. Te recuerdo enseñándome a hacer el nudo de la corbata. Te recuerdo con el corazón abierto cuando me fui a USA y más tarde leyendo aquella carta cuando se fue la tía Ilda. Te recuerdo a carcajadas con la Pantera rosa y Tom y Jerry "que hijo de puta que es ese ratón", te recuerdo aplaudiendo el monólogo de Tato los domingos a la noche. Te recuerdo alabando a Olmedo y sonriendo con Porcel. Te recuerdo disfrazado del mano santa en Salamanca. Te recuerdo apasionado, te recuerdo sensible, te recuerdo cabeza dura y escorpiano. Recuerdo tus cumpleaños cada 14 de noviembre y lagrimeo cada 29 de enero. Te recuerdo en mi brazo derecho cuando miro mi tatuaje. Te recuerdo a los pies de Troilo, te recuerdo bailando con la vieja, en el club, para las fiestas, en mi casorio y en cualquier lado, recuerdo tus manos en su espalda marcando el paso que sigue. Recuerdo el brillo en tus ojos cuando mirabas a mi esposa, los recuerdo cómplices de algunas cosas. Recuerdo tu barrio como si fuera mío. Recuerdo a Troilo, el polaco, Manzi, Floreal y Julio Sosa entre otros. Recuerdo "Barrio de tango", recuerdo "Responso" y "Pa que bailen los muchachos". Recuerdo muchos tangos mas. Te recuerdo viejo zorro con tus nuevas señoras. Te recuerdo bailando cumbia con tu nena y riéndote con songuito "este me salió loquito". Recuerdo a mi hermano mayor, romperse en llanto por tu recuerdo. Te recuerdo empujando la coupe taunus del flaco, te recuerdo contando anécdotas. Te recuerdo bostero hasta los huesos. Me recuerdo a tu lado los domingos temprano en tu cama si corría el Lole en la F1 o juagaba el Diego en Napoli. Te recuerdo hablándome de Fangio, Lauda, Cassius Clay, Leonard, Loche, Monzón, Bonavena, Pancho Sa, Suñé, Ratín, Francisco Varallo, Mastrangelo, Mousso, Amadeo, Labruna, Di Stefano, Pelé, Didí, Vavá y Garrincha. Te recuerdo compartiendo conmigo las hazañas de Tyson, Jordan y Senna. Recuerdo el 22 de enero del último superclásico que vimos juntos porque era el cumpleaños del primer año del hijo de mi amigo, pero me dijo que no fuera. Él también sabía que yo necesitaría ese recuerdo. Nos recuerdo juntos gritando aquellos goles. Recuerdo tus grandes frases "la cagada ya está hecha" y "esto es lo mismo que hacerle la paja a un muerto". Recuerdo la última navidad que decidiste transformar en gran recuerdo. Recuerdo tus excesos, tus pupilas dilatadas, tu lengua trabada y un caminar destartalado. Recuerdo el dia que te fuiste de casa sin llevarte nada. Recuerdo y uso tus grandes puteadas porque son legado además de recuerdo. Recuerdos tus trabajos de mierda y todos tus magros sueldos. Recuerdo tu dolor en esa puta pierna y recuerdo sentarte cada 10 minutos. Recuerdo aquella noche que te saqué asustado del kiosco de flores. Te recuerdo cansado y entregado. Te recuerdo pobre pero generoso. Te recuerdo feliz con poco. Te recuerdo recordando mis cabritos asados. Recuerdo nuestros llamados con cada gol de Boca. Te recuerdo orgulloso de tus hijos y fascinado con tus nietos. Recuerdo tu olor y recuerdo tu perfume, de ese todavía algo tengo. Recuerdo tu polera blanca, la negra, tu anillo de oro, y el último que tuviste que ahora tengo puesto. Te recuerdo galán, amable y educado.
Recuerdo tu último beso con mamá, recuerdo la última caricia que me diste y tu último "te quiero". Recuerdo nos pediste que vayamos a descansar aunque te estabas muriendo. Recuerdo incluso aunque no quiera, tu último suspiro.
Te recuerdo abrazando a mis hijos y ningún recuerdo supera ese recuerdo.
La inteligencia artificial de Facebook me pide recordarte con un algoritmo pero nada es tan eficiente como mi recuerdo de lo vivido.
Lo que no recuerdo es tener miedo de olvidarte porque no hay un día que no recuerde recordarte.

Feliz día viejo!!!





lunes, 1 de junio de 2020

El Contador de Asados


Cuenta la leyenda, que existe en el barrio de Haedo, en los confines del partido de la Matanza, un contador de asados. Al parecer, el mito habla de un tipo que hace largo tiempo comenzó a contar sus asados. Como todo mito urbano está rodeado tanto de relatos reales, como imaginarios y falaces. A los efectos de correr el velo sobre este personaje hemos recogido diversos testimonios con el fin de intentar reconstruir su personalidad, descubrir su identidad y confirmar o refutar su mitológica destreza en el arte de asar.
Hay quienes dicen que es amigo de actores y músicos famosos. Al parecer en sus redes sociales se lo puede ver acompañado por figuras de renombre en aquellas codiciadas profesiones.
Un buen hombre de unos 70 años se jactó de conocerlo muy bien.:  "Es un tipo sigiloso, sale como si nada de su casa y encara para la carnicería. Es el mejor cliente del carnicero, le separa los cortes que sabe que él comprará..." Siguió su marcha sin aceptar decirnos donde vive.
Otros dijeron estar seguros que tiene una familia grande y numerosa que le permitió hacer asados para muchos hijos y así ganar experiencia.
Una señora, juró haber estado en uno de esos asados y dijo que no le pareció tan experto porque se cortó la mano mientras desgrasaba un matambre de cerdo.
Una pareja de unos 30 años que caminaba por la esquina de Concordia y Alegría declararon con aparente conocimiento y razón que hace una entraña con queso y cebolla para chuparse los dedos.
Hay quienes dicen que hasta se emitió un documental para la televisión alemana hablando de este personaje.
Un joven de 27 años dijo que escuchó hablar de él en un recital de Ciro y los persas y que su padre le contó que su leyenda ya se escuchaba en los recitales de los Piojos.
No faltaron los que aseguraron que sus destrezas en el fútbol son similares a las de la parrilla y confirmaron que es fanático bostero.
El círculo de odontólogos de Haedo publicó una solicitada en una revista local intimándolo a no hacer asados tan tiernos dado que ello ha derivado en una clara disminución de consultas a sus profesionales asociados.
Algunos aseguran haberlo visto por la ruta ocho en horas muy tempranas.
Una señora mostró un mensaje de texto de su hijo que dice haber sido mozo en un restaurant de Paris. El mensaje relataba que una noche, mientras llegaba a cubrir su turno en el restaurant donde trabaja  había varios mozos parados al lado de su mesa intentado entenderlo mientras contaba cómo se hace un gran asado argentino.
Algunos estudiantes del Jorge Newbery pidieron ser escuchados para contar que además tiene una pizarra. Al parecer, dicha pizarra, no solo hace alusión al número de asado que entrará a la parrilla sino que a dicho número lo acompaña una frase que en ocasiones surge de su propio repertorio y en otras de extraños concursos en redes sociales en las que pide colaboración para encontrar una adecuada. No hemos podido dilucidar el método de elección de la misma pero intuimos que si no le simpatiza consultar que cortes comprar, tampoco debe simpatizarle que le sugieran que frase elegir. Entendemos, que el método de elección es totalmente arbitrario y ajustado muy probablemente, a su humor diario.
Un señor muy mayor que paseaba un labrador dijo estar seguro que su nieto era amigo del fulano y  le contó que solo toma champagne para acompañar sus festines.
En un maxi kiosco de la Avenida Don Bosco uno de los cinco chicos sentados en la vereda tomando cerveza con los ojos un poco inyectados se paró y exclamó casi a los gritos  "yo estuve en un asado de ese loco, un viejo se paró y pidió un aplauso pal asador, el chabón estaba de espalda al viejo viste, estaba pinchando los chinchu o los chori, no me acuerdo, tenía en una mano el tenedor y en la otra la cuchilla, se giró, lo miró fijo a los ojos y de ahí de aonde estaba parado le tiró la cuchilla y se la clavó en medio del pecho, ahí cayó el viejo nomas, lo patearon para un costado y siguieron morfando. El loco nos miró a todos y dijo -No me banco que pidan un aplauso para el asador, en este arte se aplaude a cualquiera..."

Tan grande es el mito del Contador de Asados que los refutadores de leyendas de Flores se sintieron obligados a abandonar extraordinariamente el barrio y partir hacia Haedo a decir lo suyo y emitir un comunicado:

-No hay nadie capaz de hacer miles de asados y menos aun de contarlos, esa destreza, no se condice con el estilo despilfarrado y borrachín que debiera tener quien carga en sus hombros tan noble proeza.

-Ponemos en duda la cantidad que pretende revelar a partir de saber que es un tipo futbolero y es seguro que los asados de visitante los cuente doble.

-Es imposible que ante tan promocionada fama, ni Green Peace, ni los movimientos veganos hayan intervenido para frenar tal masacre vacuna.

-Conocemos a su carnicero y ciertamente no es todo lo millonario que debiera ser con un cliente como el que se relata.

-Son conocidos sus andares de juventud. Nadie con tanto desparpajo puede encarrilar su vida hacia una actividad tan familiar.

Estimado lector, a esta altura no estamos seguros de haber podido arrojar algo de luz sobre este misterioso personaje. Nuestra investigación no nos permite llegar a concluirlo como sórdido o ampuloso. Nos debatimos entre todos los testimonios recogidos y la escases de pruebas no nos permiten desempantanarnos. Los últimos comentarios hacen referencia a que hoy se celebra el asado 2000. De ser así, la pandemia actual no permite un festejo multitudinario como el que seguramente se hubiera realizado ante tan conmemorable evento. Imaginamos entonces un festejo íntimo, rodeado de sus afectos más cercanos, una frase en la pizarra y la carne lagrimeando en el la parrilla. Seguramente no será como lo soñó pero seguramente todos los que estuvieron en alguno de los 2000 le harán llegar algún saludo, algunos con un llamado, algunos por mensaje y otros por comentarios en las redes. Quién sabe, alguno quizás, le escriba un cuento.



sábado, 2 de mayo de 2020

La partida de un amigo y el abrazo más preciado


Mateo conoció a Nico en jardín, apenas tenían 4 años. Poco a poco se hicieron amigos y su vínculo se distinguió del que tenía con los demás, junto con Santi formaron un trío que trascendía el día a día y de esos que piden siempre ir a dormir a la casa del otro. Se veían todos los días pero eran incansables. Recuerdo los cumpleaños de Nico en su casa y a Mateo pidiendo siempre quedarse un ratito mas o quedarse a dormir. Cuando llegan los cumpleaños de Mateo, Nico y Santi son los dos nombres que siempre están.
Cuando llegaron a cuarto grado, los padres de Nico se separaron y todo cambió. Nico se mudó con su mama lejos de donde vivía, cambio de colegio y el vínculo se hizo mas difícil. Se vieron algunas veces pero la logística lo hacía complicado. Santi, en cambio vive más cerca y con él aun se ven. Mateo, cambió de cole en quinto grado y al dejar de ver a sus compañeros la relación se diluyó un poco. Pero Nico y Santi son siempre son Nico y Santi. Los nombra, los tiene presentes y los invita para su cumpleaños. Mateo es de esas personas que hace amigos en todos lados y siempre lo invitan a reuniones y cumpleaños, tiene muchos amigos y algunos especiales.
Por alguna razón inexplicable, por alguna injusticia demencial, por un destino incomprensible o una tragedia inevitable Nico ya no está. Con sólo 11 años una maldita apendicitis se lo acaba de arrebatar a su familia.
En estos días de encierro, hace apenas una semana y casi contra nuestra voluntad decidimos comprarle a Mateo un celular para que no se sintiera tan solo. A los pocos días  ya tenía varios grupos e incluso uno con sus ex compañeros. Hasta lo invitaron a una reunión de Zoom.
Hoy ese vinculo digital nos obligó a darle la noticia cruda y rápidamente para evitar que se entere por sus amigos. No existe una forma piadosa de dar una noticia así, nos hubiera gustado tener un poco más de tiempo para contarle de a poco pero no fue el caso, no tuvimos esa oportunidad. Debatimos sobre cómo hacerlo, intercambiamos opiniones y tomamos una decisión. La incertidumbre era grande y la ansiedad inmensa. Como padres tomamos coraje y luego de recuperarnos un poco se lo dijimos. Se quebró, soltó un llanto inconsolable y lo abrazamos entre lágrimas para contener su dolor. Intentamos dar alguna explicación a algo que ni siquiera nosotros se la encontramos.
Uno nace asimilando que sus padres algún día no estarán pero cuando pasa duele y mucho. Pero uno nunca espera que un amigo lo deje, ese es un momento que uno no se imagina y pretende que nunca llegue. Yo perdí el primero a los 50. A los 11, no es siquiera imaginable. Los niños no mueren porque cuando un niño muere se rompe todo. Se pierde la razón, la creencia religiosa, la fe, la esperanza. El desgarro del alma y el dolor son insoportables.
Josefina nació amiga de Mateo porque somos amigos, vecinos, casi parientes de su padres y hasta quinto grado también hicieron todos juntos. Tienen un vinculo especial. En esta desgracia, es una fortuna que no fuera tan cercana a Nico.
Entró, cruzó la casa y fue hacia la galería donde estaba Mateo. Esta vez, sin bailes y sin gritos. No dijo nada, se mantuvo inquebrantable,  imperturbable, no miró al rededor, no se distrajo. Estábamos a un metro y no nos percibió. Sabía hacia donde iba, tenía un destino claro y urgente. Se paró a su lado y lo miró con ternura,  Mateo bajó la cabeza para llorar y Josefina sin decir una palabra apoyó la mano en su espalda,  la cabeza en la de su amigo y lo abrazó. Supo de inmediato que hacer y que necesitaba su amigo. Le regaló ese silencio único que dice más que un millón de voces y que sólo te lo puede dar quien te conoce y te quiere. Le regaló una madurez que no es propia de su edad pero su corazón y su cabeza parecen haber crecido más rápido que ella. Nos deslumbró con su sensibilidad y nos sorprendió con su simpleza. Lo que a nosotros nos llevó varios minutos y una cantidad de dudas considerables resolver,  Josefina lo resolvió con un gesto.
Ella ni siquiera lo sabe pero es un gesto que él no olvidará jamás, él ni siquiera lo imagina pero ella ocupa un lugar en su corazón destinado a lo sagrado, a lo incondicional.
Con el tiempo el dolor será menor y en ellos el recuerdo de Nico será imborrable.



miércoles, 22 de abril de 2020

Mariel y el Capitán (Letras cuentadas)


En el barrio de Flores, sobre la calle Carabobo hay un viejo edificio que parece estancado en el tiempo. Es de esos que se mantiene muy bien cuidado sin modificar su apariencia. Nunca se ha modernizado y se mantiene en perfecto estado de uso y conservación. Las plantas de los canteros que están sobre la vereda del frente, están cortadas con extrema prolijidad y perfección. El manijón de la entrada principal es de bronce y brilla y reluce como la corona de un rey. Es lo que antes llamaban un edificio de "categoria". La gente que lo habita es muy parecida a su edificio, se mantiene inalterable con el paso del tiempo, no ha modificado sus costumbres ni actualizado su accionar. La mayoría son señoras grandes y prejuiciosas, algunas usan peluca y casi todas dientes postizos. Se maquillan y pintan los labios a veces con desacertado pulso quedando mas parecidas al Guasón que a una señora alcúrnica. Tienen escasas ocupaciones así que a media mañana, entre las 10 y las 11 si uno camina por los pasillos del edificio ya comienzan a sentirse los olores de lo que cocinan anticipadamente para el almuerzo. El mas común es a salsa que seguramente acompañará unas pastas con bolognesa con mucha carne y mucho aceite. Poco sanas. Después del almuerzo lavan los platos a mano y duermen una corta siesta de no mas de 2 horas para juntarse a tomar el te con algunas vecinas. En esas reuniones suelen comentar lo perdido de nuestra juventud y escandalizarse por las nuevas olas. A esa hora, lo olores de los pasillos cambian y el predominante es un mezcla de perfumes fuertes entrelazados unos con otros. Si el edificio está en silencio podrán sentirse taconasos y ruidos de pulseras que van y vienen en algún antebrazo.
El edificio tiene 11 pisos y cada piso tiene 4 departamentos, A, B, C y D. Las puertas del A y el D se encuentran enfrentadas y las de el B y el C a un costados de las otras y frente a la salida del ascensor.
Mas allá de las costumbres de las señoras hay otro hecho que se sucede de manera rutinaria. En repetidas ocasiones arriba en taxi una dama muy bien arreglada al menos 20 años menor que las alcúrnicas señoras. Paga el viaje con billetes grandes y deja el vuelto al taxista a modo de propina. El portero le da libre ingreso porque la conoce. Ella toma el ascensor a la mañana sin temor a que se caiga, después de todo es algo que ha hecho muchas veces y no habría porque temer. En lo que dura el trayecto, se retoca el maquillaje y su rojizo cabello para llegar impecable. Baja en el 5º piso y toca con dos golpes a la puerta "C". No usa el timbre, prefiere darse a conocer con esos dos golpes siempre a la misma hora y con la misma intensidad. Escucha pasos acercarse a la puerta y el rechinar de la cadena que se desplaza para destrabarla. Se abre y entra Mariel.
En el quinto vive él, es el valiente capitán de la fragata. Casi siempre con su impecable uniforme sin importar si esta de servicio o no. De punta en blanco. Camisa de mangas cortas con el prendedor dorado de la Armada Argentina en el extremo superior izquierdo, ajustada y marcando el abdomen de una persona ejercitada, sin ninguna arruga al igual que el pantalón también blanco. Planchado a la vieja usanza con una raya de plancha en cada pierna que va pasando exactamente por el centro de la rodilla y sigue bajando hasta llegar al zapato. Negros, con cordones finos, tan lustrados y relucientes como el manijón de la puerta del edificio. A todo esto se suma un peinado con Lord Cheseline de corte militar media americana muy prolijo y una cara rasurada a la perfección con un suave e inconfundible aroma a Old Spice. El final de tan impecable imagen se cierra con una gorra blanca con visera corta que también tiene el escudo de la Armada Argentina en el centro, y cuando llega Mariel deja la gorra y sirve té con limón o a lo mejor café. Pasan sus románticas tardes puertas adentro despertando la incógnita en todo el edificio. No faltan las presunciones de actos faltos de moral y buena conducta.
El consorcio se reunió y del Capitán se habló, y las damas indignadas protestaban, pero el Capitán faltó y a la reunión no asistió, era natural. Estaba con Mariel. Los encuentros entre Mariel y el Capitán no son bien vistos por el consorcio. A las prejuiciosas damas no le simpatizan para nada las periódicas llegadas de Mariel. Se apresuran en tildar y prejuzgar la relación de espuria y lujuriosa. Es probable que las críticas surjan de la envidia y el despecho siendo el Capitán el señor más codiciado del edificio y Mariel una dama hermosa, educada y despampanante.
A aquella repetitiva rutina de Mariel se le interponían los fines de semana. El riguroso proceso se repetía los Sábados a las 8 de la noche.
Un sábado de invierno como tantos otros, Mariel bajó del taxi con un tapado de piel de zorro y un sombrero negro. Apurada y casi olvidándose de pagar hace los primeros tres pasos y se vuelve hacia el taxista. Ya tenía el cigarrillo en la boquilla, el taxista le ofrece fuego y ella acepta mientras con la otra mano busca en el bolsillo del tapado de piel el dinero para darle. Le pide que se quede con el cambio y se aleja entrando al edificio.
Ella toma el ascensor a la noche sin temor a que se caiga, después de todo es algo que ha hecho muchas veces y no habría porque temer. Una vez más, se retoca el maquillaje y se acomoda el cabello un poco desordenado que sobresale del sombrero. Pero al 5º no llegó, alguien la cuerda el cortó y se cayó. Y así Mariel murió.
El estruendoso ruido del ascensor al caer hizo que todos los vecinos salieran y presenciaran el horrendo momento. Al pegar contra el piso de la planta baja la puerta se abrió y todos pudieron ver a Mariel en el piso. Su elegancia se había perdido, le faltaba un zapato, se le había salido el sombrero, estaba visiblemente despeinada y había quedado en una posición destartalada.
Llamaron a la policía y aquella fue una noche muy larga.
Las mañanas en el edificio de Avenida Carabobo habían cambiado para siempre. Ya no se veía llegar ningún taxi con aquella dama despampanante. Del capitán no se sabía nada. No se escuchan ruidos en su departamento pero se presumía su presencia por el olor a cigarrillo que asomaba debajo de su puerta. En la mañana de un 17 de mayo (día de la Armada Argentina) el Capitán repitió su ritual, se vistió de punta en blanco y lustró sus zapatos. Tomó una vieja escopeta que tenía colgada sobre el cabezal de su cama y el pobre Capitán lleno de espanto y de dolor se suicidó. Su traje blanco quedó teñido de rojo pero aun en el piso podía olerse a Old Spice. Inmediatamente llamaron a la policía y se lo llevaron. Ya sin el Capitán en el edificio no había nada que ocultar. Las ampulosas señoras desplegaron su alegría y al instante el consorcio una fiesta organizó. A donde fue?. Fue en el 5º C. Las señoras se paseaban a carcajadas, algunas bailaban Charleston, otras solo conversaban y del capitán se habló y las damas satisfechas sonrieron. Ya no tenían que tolerar su impecable elegancia como así tampoco su ausencia a las reuniones de consorcio. Pero el Capitán faltó y a la reunión no asistió. Mas justificado que nunca. Tuvo que haber fallecido para que su ausencia no fuera criticada. Por primera vez el consorcio no mencionó su ausencia y la festejó. Tenían lo que querían. Ni la sorprendente belleza de Mariel ni el apasionado amor del Capitán podrían volver a refregarse en sus caras y recordarles lo triste y desolado de sus vidas sin amor.
Un amor sin límites que ninguna de esas damas pudo entender. Un amor incondicional y apasionado que jamás terminaría. Un amor sobrenatural. Un amor capaz de cruzar las fronteras de lo terrenalmente conocido, un amor celestial. Claro que el Capitán no estaba en esa reunión, era natural. Estaba con Mariel cruzando las fronteras de lo conocido y aquellas damas de corazón vacío jamás pudieron imaginar a donde estaba él?.

sábado, 16 de marzo de 2019

DOS SOLES


Era una ronda mas. Salimos como todas las semanas a repartir frazadas y ahí estaban Lucia de 6 o 7 y Nachito de no más de 4. Desde que hago rondas es la primera vez que encuentro chicos tan chicos. Estaban en una plaza que por suerte tenía una especie de pérgola bastante tupida y los protegía del rocío de la noche. A medida que me iba acercando veo a Lucia que lo abrazaba a Nachito para que no tenga frío. Ni bien Lucia nos vio, se sobresaltó, soltó a Nachito y nos miró de frente. Temblaba de frío, o de miedo.
-Hola, cómo te llamas? Tranquila. No vamos a hacerte nada. Solo traemos frazadas y algo caliente para tomar.
-Lucia.
-Que lindo nombre. Y él? es tu hermanito? Como se llama?
-Nacho
-Están solos acá?
-Si. Mi mamá se fue al hospital y nos dijo que la esperáramos acá.

Ya no hice más preguntas, en mis rondas aprendí que la gente que sufre violencia o abuso, se escapa y por lo general, o teme o desconfía, y no se anima a decir la verdad. Me aseguré que estuvieran abrigados y me fui. Tuve miedo porque sabía que mentían pero no me animé a llamar a la policía. Esa noche casi no dormí. A la mañana siguiente de camino al trabajo volvía pasar y aun estaban ahí, dormían. Les deje un termo con leche caliente y seguí mi camino sin despertarlos. Nosotros salíamos todos los jueves por tiempo, dinero y ocupaciones pero no podía dejar a esos chicos así. La noche siguiente solo salí para verlos, les llevé algo de comer, de tomar y mas abrigo. Traté de conseguir más información.
-Hola Lucia como estas?
-Bien
-Tu mamá no volvió del hospital?
-No.
Hice un intento por llevarla aunque sea a la fundación.
-Querés venir conmigo y la esperamos en otro lado, en una casa?
-No. Me dijo que la esperemos acá.
-Pero está tardando. Como se llama tu mamá?
-Maria Laura Arriaga. Yo la quiero esperar acá.
-Bueno, yo te dejo este papel con mi teléfono. Si viene la policía o tu mamá decile que me llamen.
Le deje mi tarjeta y como la policía del barrio nos conoce, entendí que si pasaban por ahí me llamarían.
Esa noche volví a casa y me comía los codos. No podía dejar de pensar en los chicos ahí abandonados. Me senté en la compu y googlié su nombre en todas las variables posibles. De atrás para adelante y de adelante para atrás. No encontré nada. Como último recurso listé los hospitales de la zona donde estaban los chicos. El más próximo era el Muñiz pero a pocas cuadras estaban también el Neuropsiquiátrico, el Udaondo, el Materno Sarda y aun par de cuadras mas el Rawson. La lógica indicaba que había que empezar por el Muñiz. A la mañana siguiente me presenté con una chica que trabaja en la mesa de entrada y nos conoce de la fundación.
-Hola, como andas?
-Hola, bien y vos.
-Acá ando. Necesito un favor. Tengo un nombre y necesito saber si se atendió acá hace un par de días.
-Decime
-Arriaga Maria Laura
Casi al mismo tiempo que le decía el nombre iba tipeando en la compu del hospital.
-Acá está.
Existía, me alegré y pensé que al menos los chicos no mentían y que de seguro en el hospital tendrían datos que me permitieran encontrarla.
-Huu.
Me dijo mi amiga con cara de preocupación.
-Que pasó?
-Entró el Martes con un HIV muy avanzado, la internaron de urgencia y el Miércoles a la madrugada falleció.
Quedé shokeado, en todos los años de andar por la calle nunca me había pasado nada igual. No sabía qué hacer, como hablar con los chicos? Que decirles?. Consulté si había dejado algún dato de algún pariente o algo como para localizar a alguien de la familia. Nada, no había un solo indicio que me diera algo de información para saber de dónde venían. Ese día, avisé en el trabajo que no podría ir y me fui a la plaza a hablar con los chicos.
-Hola Lucia.
-Hola.
-Mirá, estuve por los hospitales buscando a tu mamá. Y en uno de ellos me dijeron que se atendió.
Mi cabeza buscaba las palabras indicadas para tratar de minimizar el dolor de esos chicos, balbuceaba y tartamudeaba sin poder dejar de mirarlos a los ojos. Cuando menos lo esperaba, Lucía me interrumpió.
-Se fue al cielo no?
-Si. En el hospital me dijeron que no pudo volver a saludarlos pero que les dejó muchos besos. Como sabías?
-Porque cuando mi papá se fue al cielo nos contó que cuando alguien se va al cielo se ve una estrella fugaz y la noche que mi mamá se fue al hospital yo vi una.
-Te acordás donde vivían? Queres ir a tu casa? Tenés algún pariente?
-Vivíamos en la calle los tres solos.
-Conozco gente que los puede ayudar. Querés venir conmigo?

Nachito hoy tiene 9 años y Lucia 12, Nachito va a la escuela y juega al futbol en la fundación. Ambos están en lista de adopción. Lucía, va a la escuela y quiere ser enfermera para atender a la gente que vive sola en la calle y que no haya chicos como Nachito y ella que se quedan sin mamá.
A veces los ejemplos vienen de donde menos te lo esperas.
A veces la realidad supera la ficción.


sábado, 19 de enero de 2019

Cuatro pasos

Fue en un viaje a Buenos Aires que mi amigo Gabriel en un momento de charla dijo "Los primeros cuatro pasos..."
Se refería a los dolores que siente en esos primeros cuatro pasos que hace cuando se levanta y  le recuerdan que su juventud quedó atrás.
Desde ese día, cada día, y cada vez que me levanto pienso en mis primeros cuatro pasos. Lo primero que me pasa es que me cuesta definir cuáles son los primeros cuatro pasos del día. No tengo claro a partir de que momento debo empezar a contar. El problema es que por la noche me levanto varias veces para ir al baño. Entonces, no se si debo tomar los pasos desde la primera vez que me levanto después de las doce de la noche o cuando me levanto para arrancar el día y no volver a acostarme.

Lo cierto y como les decía, es que desde ese día cada vez que me levanto ya sea para vaciar la vejiga o para ir a trabajar, no puedo dejar de concentrarme en esos cuatro pasos. Traducidos en tiempo son entre cuatro y diez segundos dependiendo de lo dormido que este o de lo bien o mal que  haya pasado el día anterior. Si fui a jugar al football creo que esos diez segundos me los gasto solo en el primer paso. Ese día es el único que no me requiere concentración para pensar en los cuatro pasos, solo puedo pensar en que me duele todo e intento pasarlos rápido. Siento que después de los cuarenta soy como un auto viejo que funciona mejor cuando calienta. El auto arranca fallando y yo rengueando. Necesito al menos todo el pasillo de la planta alta para caminar de manera normal. Cuando no juego al football es distinto. A veces en esos cuatro pasos pienso que dormí como el culo por el calor y no veo la hora de bañarme, a veces que debí haberme levantado cuando zumbaba el mosquito en mi oreja y poner una pastilla espantadora ya que por no haberlo hecho me siento mas cansado y fastidioso que antes de acostarme. Claro que si es fin de semana los hago contento y mas relajado, seguramente pensando en ir a la carnicería a comprar el asado para el mediodía o a preparar el mate porque los chicos tienen partido y los vamos a ver. Los cuatro pasos después de una noche de fiesta son como los primeros cuatro pasos de un futbolista de pretemporada. Te duele todo y no sabes quién te pegó. Si son para ir a ver como duermen mis hijos son silenciosos y apasionados. Hay cuatro pasos que hice dormido muchas veces para preparar una mamadera y ni siquiera recuerdo haberlos hecho. Si son para cerrar una ventana por la tormenta son puteando. A veces pienso en anular los cuatro pasos y volver a la cama pero una vez que me despierto casi seguro que ya no me duermo. Odio los cuatro pasos de cuando me quedo medio dormido y tengo que hacerlos apurado. Me pregunto como serán los primeros cuatro pasos de un presidente, o de un asesino. Que pensarán día tras día al levantarse. Que será lo primero que les ocupa la cabeza?. Odio inmensamente los cuatro pasos que hago al trote porque la próstata ya no es la misma y caminando no llego. Todo para terminar orinando en clave morse. Pero hay algo que por suerte todos esos cuatro pasos tienen en común. Algo que de no ser así haría todo muy distinto y sin duda cambiaría mucho las cosas. Siempre se que esos cuatro pasos son los primeros del día. Lo que afortunadamente nunca se, es si fueron los últimos.


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